sábado, 12 de septiembre de 2009

Un sábado muy domingo

Luchando con vos, luchando conmigo. En la noche, temblando sola. Luchando con recuerdos, con sentimientos, sabiendo lo que tengo que hacer pero sintiéndolo tan imposible. Llorando cada sentimiento de desesperación. Abrazada a una almohada que poco consuela.
Atravesando un sábado muy domingo. Los días pasan tan lentamente, que me parece una eternidad el tiempo que pasé lejos.
En algun momento tenemos que detenernos a pensar. Aunque querramos esquivarlo a toda costa, es necesario. Yo despues de 3 semanas sin dormir decido detenerme. Ganas ninguna, pero hasta no aclarar las cosas mi cabeza no me va a dejar dormir. No me va a dejar sonreir, no me va a dejar comenzar mi vida.
Me paso la vida callando los pensamientos con artilujios de magia barata que al final del día sólo dejan un vacío aterrador. Al final del día, cuando estás sola, no podes distraerte y te tenes que enfrentar al peor de los fantasmas: Tu alma.
Y detenerse a pensar es duro porque salen a la luz cosas que uno desearía mantener en la oscuridad, salen a la luz los miedos, confusiones, arrepentimientos y certezas. Cosas que uno deberia haber hecho o dicho que ya no tienen oportunidad. Y salen a flote tantas cosas que me pesan, que me aplastan, que no comprendo. Y sólo puedo confesarme a esta hoja, ¿Qué más puedo hacer?
Y las personas a tu alrededor ya no son lo que eran. y vos ya no sos lo que eras. Porque el
tiempo pasó, y te olvidaste de conocerte. Y ahora es el momento de pensar, de empezar. De mirar hacia adentro, dejar de lado los miedos que a nada conducen y no metirte, no engañarte.

¿Y qué roblema hay si tengo ganas de llorar? ¿Y qué problema hay si me siento feliz?

Un sábado muy domingo, un sábado de tristeza. Un sábado en el que me encontré con migo, me invité
a charlar y supe un poco más de mi.

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